Los primeros Superhéroes: Invencibles & Infinitos
¿Cuándo será el día exacto que nos hacemos grandes? Y por grandes me refiero a adultos. Cómo definir “adultos”, creo es también parte de la pregunta.
Comencemos porque no creo que exista una respuesta tan precisa. Diría es un proceso que se da gradualmente y que involucra infinitos aspectos dentro y fuera de nuestro control. Naturalmente, nos vamos volviendo muy grandes para ciertas cosas, mientras que para otras finalmente nos llega el momento.
Pero más allá de las normas que dictan en qué categoría estamos o cuándo es tiempo de qué, ¿cuándo es que sentimos hacemos ese desplazamiento de un escalón a otro?
Hasta ahora lo puedo describir a partir de dos momentos relacionados a mis papás: cuando se entiende que no son invencibles y que no son para siempre.
Invencibles.
Por largo tiempo percibimos a estas figuras como aquellas capaces de solucionar lo que sea. Nuestros primeros héroes, son expertos malabaristas de responsabilidades y portadores de incontables sombreros, al mismo tiempo que mantienen intactos los espacios y el cariño que nos dedican.
Más adelante, acercándonos nosotros al momento (o al menos a la edad) de ser padres, entendemos que todavía tenemos mucho por resolver. Las dudas e inseguridades, el miedo, la incertidumbre, no se reducen con el tiempo, solo se aprende a caminar con ellos.
Aprendemos a leer más allá de sus fachadas, e inmediatamente entendemos que ellos no son invencibles, todo lo contrario. Así, los héroes se vienen abajo. Ellos al igual que nosotros, están viviendo sus propias luchas individuales, sumado a la larga lista de tareas que ya sabemos desempeñan diariamente.
Con su caída aprendemos que su fortaleza está en su vulnerabilidad, y con esto no nos dejan más opción que admirarlos todavía más.
Infinitos.
Ya se, esto ya lo sabíamos, no son para siempre. Pero saber algo es muy diferente de cómo lo sentimos.
Las conversaciones sobre la estrategia familiar que deberíamos tener para el mediano y largo plazo se van volviendo más frecuentes. Esas donde poco a poco los convencemos de comenzar a delegarnos labores con la excusa de quitarles peso de encima, cuándo en realidad todos sabemos se trata de prepararnos para cuando ya no estén.
Decir estas cosas en voz alta cuesta. Aprendemos a negociar y a asumir nuevas responsabilidades, al mismo tiempo que ellos aprenden a soltar y a dejarse cuidar.
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Hacernos grandes no pasa de un día para otro, y creo que ese es el peligro del tiempo, avanza sin darnos cuenta. Mis papás siguen llenos de energía, autónomos, curiosos de seguir creciendo, avanzando. No podría sentirme más afortunada de tantos espacios que tengo para compartir con ellos, pero no quisiera perder de vista que hacerme grande implica también que ellos no dejan de sumar años, lo que poco a poco comienza a hacerse evidente.
Tiempo de aprovechar con estos héroes y devolver tanto que nos han dado en todos estos años.