RE-ENCUENTROS: DOSIS DE JIMMY CHO!
Todos tenemos amistades de años que probablemente de haberlos conocido hoy no serían nuestros amigos de lo diferentes que son nuestras vidas, intereses, rumbos y modos de ser. Estas personas siguen estando a nuestro lado por costumbre, cariño o cualquier otra razón, pero de manera extraña cuando tenemos una dosis de ellos (porque en la realidad ya no podríamos vernos ni hablarnos diariamente), nos refrescan la vida y nos traen un balance particular a través justamente de lo diferente.
La gente no se explica qué nos hace tan cercanos, y cuando lo digo me refiero a verdaderamente cercanos, como esos del cuento de los dedos de la mano, pero son personas que han vivido tanto con nosotros, han visto nuestro peor lado, muchas veces no están de acuerdo en cómo llevamos nuestra vida, y aún así no sólo nos respetan, sino que nos admiran por defender lo que queremos.
Ximena, es una de ellas. No podríamos ser más diferentes, tanto como para ni siquiera caernos bien la primera vez que nos conocimos hace como 15 años. Pero tratamos de ser siempre honestas y con eso resolvemos el resto.
La vida nos puso a las dos en países cercanos al mismo tiempo. Este fin de semana nos vimos. Ella como si fuera mi mamá y yo como una adolescente de 15, le volvimos a demostrar a las teorías que lo que nos une con la gente va más allá de tener "algo en común". Podemos divertirnos, aprender, y crecer con quien sea, solo debemos entender que las diferencias no nos separan sino todo lo contrario, enriquecen.
Ximena, mandona y dictatorial me dijo saliendo del apartamento justo antes de irme de Madrid, "Tiene que escribir de Madrid!" y yo solo por qué existimos para llevarnos la contraria le respondí, "No se... voy a pensarlo. No me gusta que me digan lo que tengo que hacer" y me reí. Al final aquí estoy, escribiendo sobre Madrid.
Nos toma tiempo entender que no todos van a pensar y actuar como nosotros, y que en la medida que aceptamos a cada quien genuinamente como es, comenzamos a disfrutar su lado más auténtico y maravilloso - lo cual al final también cuenta para nosotros mismos.
Este fin de semana fue una dosis necesaria para recordar que sin importar los caminos siempre hay espacio y tiempo para reencontrarse con una vieja amistad y sobre todo, divertirse.